Somnolienta esnifé tus bostezos cuando, tras la puerta, lo que me prometían eran mentiras.
Avergonzada, mucho, me abracé a tu olor áspero mientras fuera lo que llovían eran contiendas.
No me admiro de las futuras ilusiones ficticias sino de las desilusiones fingidas, de las propias, de las mías.
Avergonzada, mucho, me abracé a tu olor áspero mientras fuera lo que llovían eran contiendas.
No me admiro de las futuras ilusiones ficticias sino de las desilusiones fingidas, de las propias, de las mías.